
Al poema que abandono
voy partiendo con mis dedos húmedos ,
tiritantes.
La noche esconde el baile
de los niños muertos que se dispersan
en la niebla con sed y heladitos de sangre,
Saboreándose las convulsiones
Olvidandose de los toboganes de carcajadas…
Y les regalo polillas de colores opacos,
Mutiladas,
Cantando la lluvia de cada par de ojos lejos
Durmiendo en lo sideral del silencio
que recorta la metamorfosis de los años
y los llena de azar.
Faltan palabras en esta vida deshilachada.
Y los nenes vivos no quieren jugar con los muñequitos sucios
de los muertos
(sus manitas de tierra y sus ropas de monstruos de lago)
Yo no recuerdo más
que los hilos de mis bufanda
corriendo hacia el río metafísico,
tejiendo en las tarde como sol, pájaro, y viento.
Aventame en esta hamaca feroz,
Amordazame la inquietud con mi vestido,
pero no rompas más mi amor
que se me deshace de las manos y se me chorrea crujiendo el piso
llenando de cuchillos mis sombras.